El primer truco

José Palacios Restrepo
7 min readSep 27, 2021

Por José Daniel Palacios Restrepo

Diciembre de 2018,

Estoy sentado en la habitación de mis papás mientras intento encontrar algo nuevo para ver. Algo conmovedor -como me gusta- o interesante al menos. Voy pasando entre listas, títulos y animaciones descritas con textos escuetos. Veo un trailer desprolijo y paso al siguiente. De repente, en la línea en la que menos suelo detenerme (de reality shows) aparece uno particular. Le doy play.

Cada capítulo es un secreto. Porque todavía no puedo explicar por qué me parece interesante ver a nueve hombres en vestido y también porque todavía no estoy listo para tener esa conversación conmigo mismo. Pero sigo viendo. Capítulo tras capítulo. Uno después de otro, en cada espacio en el que nadie me ve y puedo solo inundarme la cabeza de lipsyncs, conceptos de moda y un humor nuevo.

Después de unos días voy dándome cuenta que usé las vacaciones de la universidad para verme 131 episodios de Ru Paul’s Drag Race. Sin pausa. Durante un mes.

Y ahí comienza la historia.

LeBronya

Salir de noche, un jueves, parece una nueva moda. Es casi como inaugurar el fin de semana, como desearse -aunque no sea verdad- que al otro día uno se pueda levantar sin despertador, sin mirar ni siquiera los mensajes del celular o los pendientes del calendario. Salir de noche, un jueves, es encontrarse con un mundo que va arrastrando el fin de semana y que -tal vez- logre que cada día se pueda conquistar hacia el entretenimiento, la rumba y la diversión.

Así conocí a LeBronya. Era jueves de New Faces en Chiquita, un bar gay en El Poblado que después de cerrar y reabrir luego de los meses más duros del encierro por el coronavirus, logró expandirse de su antigua sede a unas cuadras de distancia en la Vía Primavera, cerca del Parque Lleras y con el privilegio de disfrutar de una calle inexplorada para el mundo de la rumba que cada vez más se mueve hacia el sector de Provenza.

Los jueves, como ya es casi costumbre, se abre el escenario a los nuevos talentos, a las primeras veces, a los nervios, la tensión y los amigos. El New faces antiguo incluía una batalla de lipsync: dos contendientes se enfrentaban con la misma canción frente a un público y al final, una de las dos ganaba. Ahora es distinto. En las palabras de un asistente, Chiquita entendió que lo mejor del talento era disfrutarlo uno a uno, en especial si era el inicio de una carrera o un hobbie poderoso y que no debería terminar por perder un lypsinc el primer día. Así que la primera vez de LeBronya sería también la primera vez del New Faces en nuevo formato.

Los momentos antes de un show pasan desapercibidos para quienes solo van a disfrutar. Desde una de las mesas, todos los detalles son imperceptibles: no hay una hora establecida, una canción o un trepe. Ningún detalle que pareciera relevante más que la espera. Pero en la mente de LeBronya ocurrió distinto.

Cuando conversamos, unos días después de la emoción, esos momentos de enfrentarse por fin a los ojos que miran expectantes son una montaña rusa de emoción y miedo. Hacia adentro, una cadena de pensamientos repite: no te caigas, ya va a cambiar la canción, aquí es el gesto, cuidado con la escala, mira el público, recoge el collar.

Pero afuera era distinto: la host de la noche presentó a la nueva drag queen que se inauguraba por primera vez en el escenario y la canción comenzó con aplausos. LeBronya, inspirada por un look de Brooklyn Hytes (entre sus otros referentes) estaba vestida de dorado. Su lipsync fue una combinación de tres canciones que en su mente parecieron un segundo del que no se acuerda nada.

Su primera canción sonaba así:

Y una combinación de sus referentes más profundos reunieron a Love Kitten y I will survive de su versión en vivo, en cuatro minutos y treinta y cinco segundos de show. Ese sería el tiempo en el que podría contar que había explorado su pasión por el maquillaje durante la pandemia y por eso su rostro era una fantasía de feminidad; cuatro minutos para contar que sus referentes van más allá de la franquicia de Drag Race y que conoce otras artistas, que su hobby tuvo una primera vez en otra parte antes de presentarse ahí y que todo lo que sus espectadores iban a ver había sido preparado en muy pocos días porque la convocatoria así lo determina.

Tan pocos segundos no alcanzan para develar todos los secretos detrás del maquillaje, los tacones y la peluca.

Simmonne LeMartinni

Detrás de la voz está Simonne. Hablamos después de muchos shows en los que ha sido protagonista y tan lejos de su primera vez en drag, que ya solo puede ser un recuerdo recogido en fotografías y las sensaciones que dejan en el cuerpo retarse a hacer algo distinto.

Su primera vez también se divide en dos: el día que salió a la calle travestida y el show en el que inauguró para siempre su eslogan de “tan sexy como una diosa y tan graciosa como un payaso”.

Para ella, la primera vez fue distinta. El día que se atrevió a dejarse ver como Simonne, en una fiesta de Oh my drag, estaba vestida con un top y pantalón de terciopelo vinotinto, guantes de cuero, peluca gris. Esa es la primera foto de su instagram, el 22 de septiembre de 2018.

Esa, que sería la primera noche de muchas y que le daría el impulso a la artista para lanzarse al espectáculo en el cumpleaños de uno de los integrantes de New queers on the block, era el momento perfecto para empezar a tomarse en serio su hobbie.

Antes del show su hermana le ayudó con el maquillaje. El lipsync transcurrió entre Show me love y Ana Wintour y fue una prueba de todos los referentes que había acumulado para su personaje: los conocimientos en moda, los personajes disco como Donna Summer y otros referentes que moldearon su visión como Farrah Fawcett y Vivienne Westwood. Su drag pretendía ser uno que le hiciera honor a la cultura pop, que huyera de los referentes obvios y que refrescara la escena con una propuesta diferente dentro de la Haus of candela.

Sú primera canción sonaba así

Para Simonne, empezar no era sinónimo de ser perfecta. Lanzarse al vacío de este arte requería encontrar qué la definía, aceptar las consecuencias de un mundo homosexual que a veces juega de homofóbico y patriarcal y en especial, llevar su arte al límite profesional: ese lugar donde se encuentra lo mejor de la escena drag en Colombia.

El primer show de LeMartinni -como el de muchas otras artistas drag- es un manifiesto de principios, es la noche que define quién eres para los otros y qué estás dispuesta a comunicar con tu performance. Para Simmone, el primer show tendría que tener el humor en el que se basa su personaje, pero también los detalles que han ido marcando su esencia y que distinguen a su casa de otras: la atención por el detalle, la esencia y todos lo que tiene que tener un buen show.

De esa primera vez, y para siempre, Simmone asegura que todas las noches de drag le reafirman que incomodar está bien: porque para montarse en los tacones y pegarse la peluca se necesita soltar lo que piensan los otros, armarse de amor propio, aferrarse de la pasión y siempre saberse la letra del lipsync.

Detrás del maquillaje, la sonrisa inmóvil de toda la noche y el show que dura tan poco, cada quien esconde su magia: la que logra el truco perfecto (que muchas veces termina siendo doloroso), la peluca inmóvil que se aferra con pegaloca en la frente de las principiantes o la cintura moldeada con cinta. Cada instante de la ilusión de crear una mujer ficticia es importante. Y Simmone lo reconoce cuando habla de todas las cosas que pasan para construir un personaje de nada más que la imaginación y el conocimiento.

Ellas

A LeBronya y Simmone las une la fantasía. Esa es la magia que descubrieron con sus primeras veces y que se repite en los jueves de New Faces o en cada cumpleaños anfitrión de un nuevo show drag.

La fantasía consiste en hacer uso de la imaginación (y todos los demás recursos) para crearse a sí mismas un personaje que refleje algo nuevo de lo que ya son.

A veces de ese personaje emerge una diva disco (como Simmone), otras veces crea una fishy queen (como Lebronya) pero siempre es el lugar en el que las identidades fluctúan y en el que el show es una excusa para ser otros.

En esa piel diferente, el espectáculo dota a este oficio de esos momentos en los que se revelan los secretos más profundos de la vida en los que por ejemplo, como afirma Simmone, existir en sí es también un performance permanente, uno para escoger qué ocultar y qué mostrar. Vivir es hacer drag.

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José Palacios Restrepo

Soy un inconforme buena gente. Escritor en todas mis facetas y curioso en mis tiempos libres.